jueves, 22 de octubre de 2009

Travesuras



Nos encontramos una gran cantidad de travesuras que hacen los niños, algunas realmente ingeniosas que llegan a sorprendernos, incluso si recordamos un poco nuestra infancia, veremos que de igual modo nosotros también las hacíamos.
Cortarse el pelo con unas dotes auténticas de peluquero, cortarle el pelo a alguien que está durmiendo, tirar los juguetes por la ventana o simplemente introducir cualquier objeto dentro del video o del dvd. Toda una serie de travesuras típicas de la edad, claro que también influye el carácter del niño para que una travesura sea mayor o menor.
Algunas veces sus travesuras han sido la causa de nuestras risas por su ingenio u originalidad, otras veces nos enojamos con el pequeño diablillo, pero en el fondo nos damos cuenta que es una evolución natural. Nos imitan la conducta, como cuando ve que mamá se pone la crema de la cara y cuando tiene la oportunidad él hace lo mismo gastando más de medio bote de una crema que es bien cara, .Algunos de los accidentes infantiles, son debido a las travesuras y por esta razón, debemos ponerles freno ya que algún día la travesura podría estar fuera de límites y podría tener unas consecuencias nefastas. Aunque sea normal que un niño haga trastadas, tenemos la responsabilidad de transmitir a los hijos unas normas de conducta, pero también debemos discernir de las travesuras peligrosas de las que no lo son.
Mi hijo mayor era muy liero, la que más nos impactó y siempre recordamos es cuando fuimos a pasear a un parque muy grande, con enormes árboles y de pronto desaparece, no está por ningún lado. Era un niño de 4 años, delgadito y chiquito, preguntamos por todos el parque, nadie lo había visto. Ya desesperados decidimos ir a la policía, cuando Franco va a cerrar el baúl descubre que el pequeño demonio estaba allí escondido.

Seguramente muchos de ustedes tendrán anécdotas que contar de sus travesuras o de sus niños, queda abierta la invitación para reirnos juntos.

viernes, 9 de octubre de 2009

El abrazo


El abrazo es un lenguaje universal del 'Homo sapiens'. No hace falta hablar árabe, chino o swahili para captar lo que están expresando dos individuos de estas diversas comunidades culturales cuando se muestran afecto con este gesto tan característico de nuestra especie. Al igual que la sonrisa, el llanto o el beso, un abrazo no necesita traducción alguna. Es uno de esos rasgos que trasciende las barreras lingüísticas de nuestra Torre de Babel y los muros de la incomprensión entre fronteras tribales. Hay múltiples variedades de abrazos: no es lo mismo la fusión erótica de dos amantes que el cariño entre un padre y un hijo o la camaradería entre dos viejos amigos que vuelven a encontrarse tras muchos años de ausencia. Pero todos ellos (al menos si surgen de un sentimiento genuino, sin máscaras fraudulentas ni engaños traicioneros) simbolizan el amor entre dos seres humanos.
Por eso resulta tan interesante, y conmovedor, un estudio que acaba de publicarse en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' ('PNAS') sobre la importancia de los abrazos en las relaciones entre chimpancés. Según ha comprobado la primatóloga británica Orlaith Fraser en una investigación realizada en el Zoo de Chester (noroeste de Inglaterra), estos grandes simios recurren al lenguaje afectivo del abrazo para expresar su solidaridad y dar consuelo a un hermano maltratado. La doctora Fraser y sus colaboradores se pasaron 18 meses examinando el comportamiento de un grupo de 22 chimpancés adultos. El objetivo de la investigación era analizar a fondo lo que ocurría inmediatamente después de cada conflicto que surgía entre ellos, cuando se peleaban por comida, sexo o sencillamente porque dos de ellos querían sentarse en el mismo sitio.
El hallazgo más llamativo fue que en más de la mitad de los casos, el chimpancé que perdía una pelea, y en muchos casos acababa malherido, recibía en cuestión de segundos un afectuoso abrazo de otro miembro del grupo. Este gesto de cariño siempre lo ofrecía un individuo con el que la víctima mantenía una relación de especial amistad (es decir, su compañero favorito de juegos con el que habitualmente compartía comida). Además, los investigadores comprobaron que este abrazo solidario actuaba de inmediato como un calmante eficaz que reducía el estrés del chimpancé perdedor: en poco tiempo, su comportamiento pasaba de un nerviosismo evidente, delatado por el hecho de que se rascaba continuamente, a un estado emocional mucho más sosegado.

LLevado a nosotros los seres humanos, pienso cuanta necesidad tenemos a veces de que nos abracen, cuanto reconforta el afecto de un amigo, de un padre, un hermano en momentos díficiles de nuestra vida. Por eso si alguien está mal, no lo dudes abrazalo, seguro lo estarás reconfortando.

sábado, 3 de octubre de 2009

Quedate un poquito más negra.


Mercedes Sosa la negra como le dicen cariñosamente se nos muere, yo quisiera que ocurra un milagro, que se quede un poquito más.